jueves, 30 de diciembre de 2010

Llegue muy cansado del trabajo. Hacía mucho frio en aquella ciudad. Había dejado la estufa prendida desde que me fui para que mi hogar esté caliente cuando yo llegara. Abrí como siempre la puerta de mi casa. Entré. Dejé mi bufanda sobre una de las sillas de madera que había en mi living. Lo único que quería era llegar y dormir una leve siesta, tal era el frío que recorría aquella casa que lo único que pasó por mi mente en aquel momento fue prepararme una gran taza de chocolate caliente y sentarme junto al hogar a leña. Me liberé del resto de mis aposentos y fui directamente al lugar que había pensado.Tomé una taza y me serví de un jarrón un poco de chocolate. Cuando me senté en el sofá más calor me dio ver aquel humito salir de aquella taza que el hogar mismo. El silencio cada vez se hacía más penetrante.

Un paso rompió con él.

Una cara en el espejo afirmó mi pensamiento. Había alguien en la casa.
Los pasos se agilizaron cada vez más. Tirado inconsciente en el piso vi sangre a mi lado y las piernas de una persona que cruzaban frente del hogar a leña.

Agonicé. No recuerdo nada más. Simplemente AGONICÉ.

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